
Salimos a la ruta, a pasar el día en las afueras.
Algo para comer, algo para tomar, auto, anteojos de sol.
Y discos.
Y como es 8 de enero, su cumpleaños, son todos discos de Elvis.
Ana, desde ya, hace la selección de discos, de su colección. Uno. Un compilado –
Love Songs– que es lindísimo y tiene
Are you lonesome tonight y
Unchained melody y con eso alcanza. Dos. Una edición especial de un disco de 1970
–That's the way it is– con un par de discos extras que es un ideal ejemplo de lo que deben ser las ediciones especiales. Tres. Uno en vivo grabado en el Madison Square Garden en el 72, que le regalé en NY, en nuestro primer viaje.
Genial.
Allá vamos.
Y Elvis, su música, que termina siendo una buena banda de sonido para estar yendo. Y subimos el volumen y van pasando todos los varios Elvis y
You don't have to say you love me y
I'm all shook up y
Teddy bear y
Heartbreak hotel y
You've lost that loving feeling y
Can't help falling in love y cantamos y nos acordamos las letras aunque haga tiempo que no escuchamos las canciones –hay algo de esas cosas que quedan grabadas ahí en nuestra mente desde, parece, siempre– y en el medio están, sí, esos instantes en que nos callamos, nos callamos para escuchar ciertas partes que sólo se pueden escuchar, así, en silencio, así, dejando que esa voz, sólo esa voz, sea el centro del mundo.
Y llegamos.