orange 021c is the new black


Hubo un tiempo en que usaba el Pantone Orange 021C para casi todo. Era natural, supongo, que nuestros caminos, algún día, se vuelvan a cruzar.

ultima pagina, pagina uno


Terminé un cuaderno más.
Y siempre es una sensación rara estar ya en las últimas páginas de un cuaderno. Casi como que me obligo a escribir más y llenarlas para empezar a escribir en el otro cuaderno que está esperando ahí al lado. Me pasa lo mismo cuando estoy terminando un libro.
A rey muerto, rey puesto.
Y siempre –y creo que es lo mejor– me pongo a leer y releer las cosas que escribí en estos últimos días, semanas, meses. Y, después, siempre, agarro alguno de los otros quince o veinte cuadernos que fui llenando en los últimos –no sé, diez? doce?– años y me pongo a leer.
Y hay cosas que me gustan mucho –que me siguen gustando mucho– y hay cosas ahí que me llevan a muchos lugares, historias, imágenes. Esos cuadernos son, supongo, por eso, viajes.
Y ahora termino otro más y sé que voy a empezar otro.
Y está bueno.
Allá vamos.

ireland's call


Diecisiete de marzo. Por todos lados gente tomando cerveza y whisky. Normal: chocolate en Pascua, turrones en Navidad, alcohol en St.Patrick's.
Me acuerdo, entonces, de una lista que había en el Cafe Vesubio, en San Francisco. Era una suerte de guía del buen comportamiento en un bar. La leí, hace muchos años, una noche mientras me tomaba mi segunda o tercera cerveza, y me acordé ahora. Y entonces voy y busco la lista en alguno de mis viejos cuadernos.
Y leo el punto que dice: "Alguna gente hace idioteces cuando toma alcohol. Deberían tomar solamente en Año Nuevo y en St.Patrick's. Esas son amateur nights, y van a tener mucha compañía."
Hoy, obvio, hay por allí mucho amateur, verde, cerveza y demás. Sería fácil aplicar otra de las leyes del Vesubio, aquella que dice: "El cliente siempre tiene razón. Eso sí, el barman puede decidir si uno sigue siendo cliente."
Pero, bueno, Irlanda llama.
Termina el día, y nos servimos unos whiskies.
Cheers.

musica para mis oidos

Sábado a la noche y hay fiesta en la casa de enfrente. No me molesta la música porque está fuerte –sigo creyendo aquello de if it's too loud, you're too old– pero sí, lo reconozco, me molesta, y mucho, me doy cuenta, que la música sea esa.
Sí, me doy cuenta –oh, you snob– que mi margen de tolerancia es cada vez más cercano al mínimo cuando el reggaeton no me deja escuchar a Patti Smith o seguir viendo tranquilo Point Break por decimonovenamil vez y volver a tener ganas de surfear o armar una fiesta en la playa escuchando Three days de los Jane's Addiction.