hablando de covers

Y entonces estoy con ganas de escuchar covers.
Hay algo de juego, algo de complicidad, de secreto –el músico y nosotros sabemos de qué se trata esa canción–, algo de decir "de acá vengo", algo de puente. Porque si las canciones son viajes, hay canciones que son puentes. Para ir –o volver, porque los puentes se cruzan para los dos lados– a otras canciones. Y los covers son algo así: una forma de seguir y pasar a otro lado y seguir viajando.
Y entonces, esto de usar las words & lyrics de otros para decir lo que sentimos. Y usar esa música es, así, un guiño que el músico nos hace, es usar esa canción como puente, es ir compartiendo la misma ruta.
Porque yo le creo a Cat Power cuando canta At the dark end of the street y le creo a Tori Amos cuando elige, de todo lo que hay para elegir de Lou Reed, la inquietante New Age.
Y, entonces, pienso en los covers que me gustan y, como me gusta hacer listas –thanks, Rob Gordon–, empiezo con Words of love –los Beatles adorando a Buddy Holly– o Pale blue eyes –REM y "la" canción de amor de la Velvet Underground–, o la versión de los White Stripes de I just don't know what to do with myself. Y sigo: Patti Smith y su clásico Gloria, que es más de ella ya que de Van Morrison –y con "Jesus murió por los pecados de alguien, pero no por los míos", que debe ser la mejor primera línea de una canción y de un disco y de una carrera–, el Bowie del Kurt Cobain casi final y unplugged –The man who sold the world–, y House of the rising sun –otra vez, y ahora por los Animals–. Sigo. Salgo de You've got that loving feeling y el Elvis de vuelta de todo, paso por los Sonic Youth haciendo una casi perdida I'm not there de Dylan –porque todos los caminos conducen a Dylan–, y termino en Jersey Girl, que a esta altura no sé si es de Springsteen o Tom Waits.
Muchas canciones. Muchos puentes. A otras canciones, a muchos otros viajes. Y a veces está bueno ir de copiloto o ir de la mano de una de esas canciones de otros. El que maneja es Dylan, nos dedicamos a ver pasar el paisaje, nos echamos hacia atrás, el viento entra por la ventanilla.
Y, sí, lo disfrutamos.

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